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Un viaje en el tiempo:

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    El tiempo eterno: La Necrópolis y el C14 por Verónica Alberto Barroso

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    Los espacios de almacenamiento y el C14 por Jacob Morales Mateos y Amelia Rodríguez Rodríguez

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    Tiempo y espacio: La cronología de Gran Canaria y el territorio por Marco Moreno Benítez

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Boletín electrónico de Patrimonio Histórico · nº 3 - 2016 · Gran Canaria · ISSN 2341-4421

Barranco Hondo: La utilidad cultural y simbólica del vacío

Barranco Hondo, es, probablemente, uno de los mayores asentamientos trogloditas de toda Gran Canaria. Así, prácticamente, la huella de la presencia humana es absolutamente perceptible desde su cabecera, en la Montaña de Los Moriscos (1772 m.), y a lo largo de todo su cauce. Cuevas viviendas y bancales artificiales para el cultivo de cereales, hortalizas y algunos frutales, conforman el paisaje dominante. Hoy casi despoblado, Barranco Hondo fue hasta mediados del siglo XX, uno de los mayores asentamientos trogloditas habitados, de las tierras altas de la Isla.

Julio Cuenca Sanabria - Arqueólogo.

Y aunque en la actualidad, Barranco Hondo, es el topónimo que identifica a solo una parte del primitivo asentamiento troglodita, lo cierto es que Juncalillo y El Tablado, otros dos asentamientos en cuevas que se localizan en el curso alto del referido Barranco, tuvieron que conformar en el pasado parte del gran asentamiento. Además Lugarejo, otro poblado troglodita, a la vez que importante centro locero de tradición aborigen, hoy casi desaparecido, que se localiza en las proximidades del Barranco Hondo, debió formar parte del primigenio asentamiento cuyo topónimo se ha perdido, aunque barajamos, a modo de hipótesis, que podría tratarse del legendario Artevirgo o Artevigua, que en algunas crónicas aparece mencionado como Artenara, y cuya localización primigenia nada tiene que ver con su actual ubicación.

Barranco Hondo presenta un paisaje profundamente humanizado, caracterizado por una extraordinaria profusión de bancales artificiales de cultivo, contenidos por fuertes muros de piedra seca, que se extienden desde el cauce de los barrancos hasta la cima de las montañas, pero sobre todo llama la atención la gran cantidad de cuevas artificiales que han sido excavadas a lo largo de los siglos a ambos márgenes del gran barranco: La Gloria, El Tablao, Hoya Casa, El Andén, Hoya de Moreno, El Pedregal, Era de Las Toscas, El Majadal, La Montañeta, las Lajillas, El Solapón (Según la tradición oral el lugar donde vivieron los primeros pobladores canarios) La Poza, La Hoyeta, Telde, El Pocillo, La Solaneta, La Caleta, Risco Grande, Cueva de Las Cenizas, Andén Gómez, Piedra Blanca, Baja Lobo, Roque del Pino, Risco Caído, La Solaneta, La Cueva de La Paja, Raja de Peraza, Lugarejos, Las Hoyas, son topónimos que se refieren a los asentamientos en cuevas que se encuentran en la zona.

¿Por qué se produjo tal concentración de población en estos apartados territorios de las tierras altas de Gran Canaria? Posiblemente por varias razones, en primer lugar por el carácter recóndito y fortificado del propio Barranco Hondo, con escarpados márgenes que presentaban potentes paquetes de toba volcánica donde resultaba relativamente fácil excavar cuevas. Pero sobre todo debido a que este barranco era extremadamente rico en recursos acuíferos y por consiguiente también disponía de una densa cobertura vegetal, de hecho en esta zona, como ya indicamos más arriba, se sitúa el límite del bosque húmedo del Norte de Gran Canaria. Además los habitantes de la zona, disponían de suelos ricos en nutrientes y de los recursos que ofrecía el Pinar de Tamadaba.

Se trata en definitiva de un importante núcleo de población de los aborígenes canarios, mencionado ya en las primeras crónicas de la Conquista de Gran Canaria, aunque en esta ocasión se menciona el topónimo de Artenara.

En cuanto a las evidencias arqueológicas lo cierto es que tanto en Lugarejo, centro locero troglodita de tradición aborigen, como en Barranco Hondo, se han encontrado vestigios arqueológicos que refuerzan esta tesis, en el sentido de que se tratan de asentamientos canarios que ya existían antes de la conquista de la isla, y que de forma continuada han seguido siendo habitados hasta la actualidad.

Las importantes estaciones rupestres de Risco Caído y Cuevas de La Paja, en Barranco Hondo, constituyen una prueba evidente del carácter aborigen de estos asentamientos trogloditas.

Estamos hablando por tanto de un biotopo suficientemente rico como para soportar un gran número de población, como de hecho así sucedió hasta la década de los años 60 del pasado siglo XX, cuando comienza el éxodo de la población hacia otros puntos de la isla, empujados por el auge del sector turístico y por la imposibilidad de sostener por más tiempo un modelo económico familiar basado en la explotación agroganadera de la zona. La construcción de las presas de Lugarejo y Los Pérez, que anegarían las mejores tierras de cultivo de la zona, la prohibición de explotar los recursos de Tamadaba, la tala abusiva del bosque húmedo y por último la captación incontrolada del acuífero de Barranco Hondo, terminarían por provocar la ruina de uno de los núcleos de población más antiguos de las montañas de Gran Canaria. Aún así continúa siendo uno de los testimonios más importantes del paisaje cultural troglodita de Gran Canaria.

Las Cuevas de Risco Caído

En la margen izquierda del curso bajo de Barranco Hondo a unos 100 metros de altura con respecto al cauce, se localiza un antiguo poblado troglodita hoy abandonado, que se conoce como Risco Caído o Risco Maldito.

El asentamiento formado por 21 cuevas artificiales se encuentra a 1070 m.s.n.m en lo alto de un escarpado acantilado que forma un saliente sobre la margen izquierda de Barranco Hondo, entre los barranquillos del Parral y el de Los Linderos. Conocido también como Risco Maldito, este antiguo poblado, se encuentra abandonado desde principios del siglo XX, debido fundamentalmente a que sufre un proceso de ruina irreversible, como consecuencia del desprendimiento de grandes bloques de piedra que están provocando la destrucción de la mayoría de las cuevas.

Risco Caído y los espacios sagrados de montaña de Gran Canaria




Este proceso destructivo viene motivado por el vacío que ocasionan las oquedades excavadas en un estrato de tobas volcánicas que ha terminado por ceder ante el peso de un potente estrato de conglomerado o brecha de la serie Roque Nublo, que se encuentra por encima de los niveles de toba. Este mismo proceso destructivo se viene detectando, debido a las mismas causas, en otros asentamientos trogloditas de la Isla, como en Acusa Seca, Cuevas del Rey y La Montaña de Los Huesos, entre otros muchos.

En las prospecciones realizadas se ha podido acceder a cuevas que tenían la entrada obstruida por grandes piedras desprendidas de las partes altas del risco. Las cuevas de habitación presentan en su interior una dependencia principal de planta cuadrada con dos aposentos al fondo, a los que se accede a través de un vano con arco de medio punto. Varias hornacinas de diferentes formas se encuentran excavadas en las paredes interiores, las cuales están pintadas de cal y presentan un zócalo de color añil que también enmarcan los accesos a los aposentos y las hornacinas. En el exterior, las cuevas de habitación, presentan hornos para pan y otras construcciones de piedra y barro techadas con caña y barro, que sirvieron como cocinas. Todas las cuevas viviendas estuvieron cerradas con puertas de madera de tea.







El Almogarén de Risco Caído

No todas las cuevas de Risco Caído fueron viviendas, también se encuentran otras destinadas a guardar pasto y ganado. Pero llama la atención especialmente un conjunto formado por tres cuevas artificiales alineadas con sus entradas orientadas al naciente, situadas en el extremo norte del poblado. Estas cuevas se utilizaron como pajeros, al menos en la fase final de ocupación del asentamiento, y lo extraño es que resultan ser las de mayor tamaño, las que precisaron por tanto de un enorme esfuerzo para su excavación, y las únicas además que no sufrieron alteración alguna con respecto a su forma original. Hasta el punto que aún se conservan en sus paredes interiores numerosos grabados en forma de triángulos equiláteros con el vértice superior invertido, que representan triángulos púbicos, así como, al menos de momento en una de ellas, un número considerable de grandes cazoletas excavadas en el suelo, que se taparon con piedras para permitir el tránsito de personas y animales. Y es precisamente la presencia de estos ítems, cazoletas y grabados, lo que confiere a estas cuevas una clara adscripción aborigen y dentro de esta un carácter marcadamente religioso.

Barranco Hondo de Abajo. Un Conjunto histórico como testigo

El 24 de septiembre de 1993 el Gobierno de Canarias resolvió declarar Bien de Interés Cultural, con categoría de Conjunto Histórico, Barranco Hondo de Abajo; un asentamiento rural todavía habitado que conforma uno de los núcleos trogloditas más importantes de Gáldar. La peculiaridad que justifica su notorio valor es que se trata de un poblado habitado de cuevas artificiales con cerramiento de piedra y barro, sin enlucidos de ningún tipo, de forma que se mimetiza con la pared rocosa en la que se integran, en estado casi original: una forma de hábitat heredada del mundo prehispánico y, por tanto, de gran significación para el conocimiento de la evolución, en un mismo enclave, de diferentes sociedades a lo largo del tiempo. El núcleo representativo del conjunto lo constituye el sector denominado Las Pozas, donde se localiza la ermita, la plaza y la escuela (un edificio que no responde a la tipología del poblado, actualmente en desuso como tal y convertido en espacio multiusos), si bien está integrado por otras agrupaciones de menor entidad como los Solapones o Telde.

Como ya se adelantaba, el Conjunto Histórico de Barranco Hondo de Abajo forma parte de un yacimiento prehispánico de grandes dimensiones que se extiende, según la Carta Arqueológica del municipio grancanario de Gáldar, a lo largo de prácticamente todo el barranco que une Valleseco y Artenara, hasta las proximidades de la Presa de Los Pérez. Un conjunto integrado por cuevas naturales y artificiales a las que pueden atribuirse funcionalidades diversas y que, como suele ser habitual, se localiza en las zonas del barranco con mejores condiciones climáticas para el asentamiento humano.

¿Quiénes somos?

La Unidad de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria se creó en 1992 con la misión de velar por la conservación y administración de los bienes culturales de la Isla. Una tarea que el Gobierno de Canarias delegó en 1990 a las corporaciones insulares para cumplir más eficazmente con la gestión patrimonial.

Este Servicio de Cultura y Patrimonio Histórico, integrado en la Consejería de Cultura, desarrolla las competencias a través de sus diferentes secciones o departamentos especializados en gestión, inspección y vigilancia, difusión, conservación y restauración de bienes patrimoniales.

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