Los Paisajes Culturales y la UNESCO:
Los Paisajes Culturales y la UNESCO
Vivir en las cumbres antes y ahora:
El paisaje cultural y la sociedad:
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En 2011 se inicia la apasionante aventura de inscribir el Paisaje Cultural de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. El descubrimiento de los valores excepcionales que albergaba el almogarén de Risco Caído, el templo perdido de los antiguos canarios, localizado pocos años antes por el investigador Julio Cuenca Sanabria, provocó una auténtica revolución a la hora de reinterpretar el extenso patrimonio que guardan las cumbres de Gran Canaria. Este descubrimiento significó que tanto los expertos como las instituciones y el público en general comenzaran a darse cuenta de que nos encontrábamos ante un conjunto de manifestaciones que evidenciaban la existencia de una cultura compleja, diversa y excepcional, cuyos vestigios han llegado hasta nuestros días.
El Paisaje Cultural propuesto ocupa una extensa zona montañosa del centro de nuestra isla que acoge un conjunto de expresiones únicas en el seno de la colosal Caldera de Tejeda, una “tempestad petrificada” como la denominó Miguel de Unamuno. Se trata de un extenso conjunto de yacimientos arqueológicos (poblados trogloditas, templos, graneros fortificados, cuevas pintadas y estaciones de grabados) que representan la odisea de las antiguas culturas insulares del planeta y que muestran las huellas de un proceso cultural único que evolucionó en aislamiento por más de mil quinientos años a partir de sus raíces bereberes, en el norte de África, y que aspira ahora a convertirse en nuevo paradigma de la evolución histórica y cultural de la humanidad.
Hablamos de unos parajes donde los antiguos canarios fueron capaces de crear su propia visión de las montañas sagradas: uniendo el cielo y la tierra, integrando el celaje en su cosmología, como así lo demuestran los almogarenes o santuarios de Risco Caído y el Bentayga, ejemplos de observatorios astronómicos y espacios rituales de aquella cultura. Un paisaje en donde estos mismos pobladores grabaron en las rocas su percepción espiritual y crearon asentamientos trogloditas espectaculares y complejos, colgados de riscos y farallones, creando una tradición que sigue viva y que ha convertido la casa cueva en un símbolo de orgullo e identidad para habitantes de este espacio. A ello se suman las pervivencias de tradiciones y usos ancestrales del territorio como la trashumancia, el cultivo en bancales o el manejo del agua, haciendo de este paisaje un libro abierto que versa sobre formas inteligentes y respetuosas del uso sostenible del territorio y del valor que hoy posee su extraordinario patrimonio natural y cultural.
La distinción entre paisaje cultural y cualquier otro tipo posible de paisaje hace tiempo que quedó superada. No obstante, sí es cierto que el adjetivo “cultural” se emplea para hacer referencia a espacios naturales que han sido enriquecidos en dimensiones excepcionales por la actividad de las poblaciones que lo han ocupado a lo largo de los tiempos.
En este sentido, un paisaje cultural es un todo imbricado en el que los rasgos naturales se entrelazan con los rasgos antrópicos, especialmente los derivados de la explotación y uso histórico y presente de una determinada región geográfica.
El Paisaje Cultural de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria es, por tanto y como todos los paisajes culturales, producto de una geografía determinada y de su interacción con sus habitantes. Pero es aquí donde encontramos la excepcionalidad de este en concreto.
El centro montañoso de Gran Canaria, extraordinario en su geomorfología y biogeografía, es también extraordinario por el hecho de que dos realidades culturales, radicalmente diferentes, se han sucedido en su ocupación durante varios milenios.
A un primer momento, tres veces más amplio que el segundo, protagonizado por poblaciones procedentes de la órbita cultural amazhig del norte de África que probablemente llegan a Gran Canaria en torno al cambio de era, le sucede tras la conquista castellana de la isla a finales de siglo XV una nueva formación social mestiza, compuesta por la nueva población europea que coloniza la isla, un importante contingente de población africana traída de esclava desde la vecina costa o de regiones subsaharianas y de manera destacada la población aborigen superviviente, que en gran medida continúa con buena parte de su cultura, la cual llega hasta nuestros días en esta zona de la isla.
Ambas evolucionaron en este espacio; cada una lo dotó de nuevos elementos que lo enriquecieron. Muchos comportamientos culturales prehispánicos fueron heredados por los europeos; otros abandonados. Y entre estos destaca muy especialmente la dimensión sagrada con la que sin lugar a dudas la población preeuropea dotó a las montañas del centro de Gran Canaria.
Aunque se debe insistir en que no es posible “seccionar” un paisaje cultural en sus partes constitutivas sino que debe ser concebido como un todo unitario, a efectos didácticos el Paisaje Cultural de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria se sustenta en tres pilares básicos: lo natural, lo humano y lo sagrado. Cada una de estas dimensiones aporta sus propios valores excepcionales, que unidos en el concepto de “paisaje cultural” hacen que el todo sea más que la suma de las partes.
Una de las premisas en la gestión del paisaje cultural es que las decisiones y actuaciones que le afectan deben estar consensuadas por los agentes que lo conforman. Es por lo tanto esencial el impulso de un proceso de participación ciudadana que permita diseñar un modelo de gestión de acuerdo con las comunidades locales y validado por los agentes públicos y privados. En Risco Caído y los espacios sagrados de montaña de Gran Canaria este proceso se está desarrollando con la implicación, además de los habitantes del ámbito, de las corporaciones municipales, de personas relevantes de la comunidad científica y universitaria y de otras entidades e instituciones representativas de la sociedad isleña.
Por otro lado las administraciones públicas con competencias en materia de Patrimonio Histórico y Cultural, como es el caso del Cabildo de Gran Canaria –institución promotora de la propuesta de inscripción a patrimonio de la humanidad –, deben contemplar la difusión del mismo como gestión mediadora entre el Patrimonio y la Sociedad. Solamente sensibilizando y dando valor al objeto patrimonial puede alcanzarse una efectiva implicación de la población en la toma de decisiones relativas a la protección y conservación del bien propuesto.
Es por esto que la interpretación y difusión de los bienes patrimoniales son inherentes a una buena conservación preventiva, lo que justifica el importante esfuerzo que en esta materia se está realizando. Además hay que considerar el potencial que para el desarrollo económico tiene el patrimonio, constituyendo también la base de un nicho de trabajo en torno a su divulgación y presentación.
Mediante la gestión e inversión pública se están desarrollando por parte del Cabildo no solo el proceso participativo y los programas de difusión del patrimonio en el ámbito, sino también programas para el desarrollo de la actividad económica, la planificación y ordenación territorial y turística, la rehabilitación y conservación de los sitios, la investigación y cartografía de todos los elementos que integran el paisaje, la protección del medioambiente y la biodiversidad y otros muchos aspectos fundamentales para el desarrollo y la conservación del paisaje, así como para la mejora de las condiciones de vida de las poblaciones que lo sustentan.
La Unidad de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria se creó en 1992 con la misión de velar por la conservación y administración de los bienes culturales de la Isla. Una tarea que el Gobierno canario delegó en 1990 a las corporaciones insulares para cumplir más eficazmente con la gestión patrimonial.
Este Servicio de Cultura y Patrimonio Histórico, integrado en la Consejería de Cultura, desarrolla las competencias a través de sus diferentes secciones o departamentos especializados en gestión, inspección y vigilancia, difusión, conservación y restauración de bienes patrimoniales.