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Los Paisajes Culturales y la UNESCO:

    Los Paisajes Culturales y la UNESCO


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    Participación

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Boletín electrónico de Patrimonio Histórico · nº 4 - 2018 · Gran Canaria · ISSN 2341-4421

Lo sagrado

La dimensión espiritual otorgada a este espacio por la primera población de Gran Canaria es uno de los aspectos identitarios esenciales del Paisaje Cultural, y uno de sus principales valores testimoniales. A diferencia del mundo material, el universo espiritual se debilita y desaparece de manera paralela a la cultura que lo sostiene, dejando pocos testimonios que permitan comprenderlo. Las cuevas-santuario plagadas de grabados rupestres relacionados con la fertilidad y la fecundidad, marcadores astronómicos y calendarios lunisolares… Son todas materializaciones de un valor incalculable para atisbar, comprender, interpretar y dar a conocer los aspectos más espirituales de los hombres y mujeres que una vez tuvieron a esta isla como hogar.

Una religión compleja

Existe una concepción general y reduccionista que define a la religión de la primera población de Gran Canaria como monoteísta. Ello deriva de una interpretación literal de ciertas afirmaciones realizadas en algunas de las primeras fuentes directas que describen la sociedad prehispánica en el momento de la conquista castellana en el siglo XV:

“A Dios llamaban Alcorán, reverenciábanlo por solo y eterno y Omnipotente señor de cielo y tierra criador y hacedor de todo”.

“(…) y a Dios le llamaban Alcorán y conosían que auía un solo Dios Señor de tierra y sielo”.

No obstante, hay que tener muy en cuenta que estas narraciones son realizadas por europeos de la Baja Edad Media que, cargados con su propio bagaje cultural, tienden a encajar realidades que les son extrañas y ajenas a sus propios esquemas de creencias y pensamientos.

Baste con señalar que otras fuentes de la misma época, de manera harto contradictoria, afirman que “(…) eran idolatras y adoran al sol, la luna y las estrellas (…)”.

Por otra parte, los denominados “ídolos” no son de los elementos más singulares de la cultura material de las antiguas poblaciones de Gran Canaria. Se denomina así a un conjunto de esculturas realizadas en madera, piedra y fundamentalmente en barro cocido que representan figuraciones fundamentalmente antropomorfas, mayoritariamente femeninos y con los rasgos sexuales sobrerrepresentados, que han sido documentadas por la arqueología a lo largo y ancho de la isla, siendo el más conocido el icónico “Ídolo de Tara”. En cualquier caso estaríamos ante materiales que pueden asociarse al mundo simbólico, mágico y religioso de la Gran Canaria prehispánica.

Y como veremos, los cultos y creencias relacionados con la fecundidad con total seguridad jugaron un papel esencial en la religión prehispánica.

Todos estos elementos, de manera sucinta, nos están indicando un esquema de creencias mucho más complejo de lo que podríamos imaginar, de rasgos animistas, un tipo de creencia religiosa ampliamente difundida por culturas de todo el planeta que atribuye a los seres, objetos y fenómenos de la naturaleza un principio vital, una existencia real.

Y dentro de las religiones animistas, las montañas suelen ocupar un lugar destacado. Las sociedades amazighen norteafricanas atribuyeron a ciertas montañas un carácter sagrado. En toda lógica, lo mismo ocurrió con las poblaciones amazighen de Canarias. Es posible que esta sacralización de los espacios de montaña se debiera a que su elevación hacia los cielos los convirtiera en el lugar más adecuado desde el que acercarse a la que se consideraba como morada de lo sagrado, para, desde allí, solicitar protección y auxilio.

Las zonas elevadas están saturadas de fuerzas sagradas y la altura, lo superior, es asimilada a lo trascendente, a lo sobrehumano. Los valores simbólicos y religiosos de las montañas son muy diversos, siendo consideradas por ello como el punto de unión del cielo y la tierra y, por tanto, como el axis mundi, la concepción de que la bóveda celeste se hallaba sostenida por un pilar como soporte de las dos realidades físicas -el cielo y la tierra- y, por extensión, de los dos mundos, el superior y el inferior, en los que se ubicaban los espíritus benefactores y también los seres malignos.

La existencia en Gran Canaria de santuarios de montaña y los ritos con ellos relacionados están bien documentados en los textos narrativos producidos en el marco de la expansión colonial europea, y a la arqueología.

Sirvan como ejemplo de estos textos dos pasajes de las crónicas de la Conquista:

“Estos Canarios tenían por santuario a dos Riscos llamados Tirma, y a magro, que tienen dos leguas cada vno en redondo que confinan con el mar, y el mal hechor que a estos cerros se acogía era libre y seguro, y no le podían sacar de allí, si él no quería, guardábanlos, y reuerenciábanlos como a iglecias, y como acá juramos por la casa santa de Herusalén juraban ellos assistir Tirma, o assistir Magro. ”.

Córnica Lacunense (1993) [1554 / 1621 / 1659]

“Cuando faltaban los temporales, iban en procesión, con varas en las manos, y las magadas con vasos de leche y manteca y ramos de palmas. Iban a estas montañas, y allí derramaban la manteca y leche, y hacían danzas y bailes y cantaban endechas en torno a un peñasco; y de allí iban a la mar y daban con las varas en la mar, en el agua, dando todos juntos una gran grita.”

Abreu Galindo (1977) [1590-1602]




No es por tanto de extrañar que la zona central de Gran Canaria, como punto culminante de la isla salpicada de hitos geográficos que apuntan al cielo, pudiera haber sido en su conjunto un espacio sagrado, dando identidad, sentido y dimensión religioso-cultural al Paisaje Cultural de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria.

El segundo componente de esta relación es, obviamente el cielo, o mejor dicho, “el celaje” (Ver Un cielo con personalidad propia. El “celaje”). El universo de acontecimientos relacionados con la astronomía cultural en este paisaje está bien representado por dos espacios de gran significación: los almogarenes del Roque Bentayga y de Risco Caído; la descripción de este último la haremos más adelante como síntesis de todos los valores que encierra el paisaje cultural.

El contexto arqueológico del Roque Bentayga es muy complejo, con la presencia del almogarén, de cuevas artificiales (algunas decoradas), murallas y de petroglifos alfabéticos. Bentayga presenta las implicaciones astronómicas mejor justificadas y entre las más impresionantes y bellas, de Gran Canaria, lo que nos sugieren que se podría definir, con la debida cautela en el uso del lenguaje, como un “observatorio”, o por lo menos un sitio sagrado con una serie de “dispositivos” tanto naturales como artificiales de posible uso astronómico, presentando hierofanías espectaculares relacionadas con el sol y la luna, así como con otros cuerpos celestes como la brillante estrella Sirio.

Datación Bentayga

Existen otros enclaves dentro del paisaje cultural relacionables con lo astronómico. Es el caso de la Cueva de Las Estrellas, en Acusa, en la que sobre un fondo negro se disponen puntos blancos a modo de cielo estrellado. En esta misma línea, podría también tener sentido la organización interna, con techo abovedado y la orientación hacia el norte de la Cueva del Guayre y la visión centrada en su acceso del Roque Palmero, un elemento destacable del paisaje del borde norte de la Caldera de Tejeda, del que tenemos constancia por fuentes etnográficas de su importancia como referente para marcar los tiempos por su relación con las posiciones ocupadas por Venus, como estrella vespertina en su papel de Zaharita (o adivinadora).

Esta alineación recuerda la que se presenta en la Cueva de los Candiles o en el santuario de la Virgen de la Cuevita con el Roque Bentayga. Por tanto, también la Cueva del Guayre se presenta en el entorno de Cuevas del Rey como un elemento tremendamente singular y significativo de la relación entre paisaje y celaje que tan marcado aparece en el área del paisaje cultural.

Por otra parte, dentro de las expresiones gráficas desarrolladas por las antiguas poblaciones destaca un elemento, representado con profusión, en las paredes de ciertas cuevas artificiales consideradas santuarios: el triángulo púbico, uno de los símbolos universales de la fertilidad. Presentándose en multitud de variantes en formas y tamaños, estas manifestaciones culturales han sido histórica y antropológicamente interpretadas como elementos vinculados a creencias y cultos en torno a la fertilidad, propiciatorios de la regeneración de cuantos recursos son necesarios para la existencia en sociedades agropastoriles; todo ello teniendo como elemento iconográfico principal al triángulo púbico femenino esquematizado, con o sin representación de la vulva. Y en el espacio de este paisaje cultural propuesto se encuentra una de las mayores concentraciones a nivel mundial de yacimientos arqueológicos con grabados rupestres que representan el triángulo púbico femenino. Fuera de las cumbres de Gran Canaria, son escasos los yacimientos arqueológicos con este tipo de representaciones.

Entre todos ellos destacamos lo que denominamos como santuario de Risco Chapín conformado por las unidades de Cueva de Los Candiles, Cuevas del Caballero o Las Machas y Cueva del Cagarrutal; y el conjunto arqueológico de Risco Caído.

Risco Chapín se ubica en los espectaculares acantilados que cierran la delimitan la Caldera de Tejeda por el norte, entre los municipios de Tejeda y Artenara, un espacio donde fue excavado un excepcional conjunto de cuevas rupestres con claros alineamientos hacia el Roque Bentayga y de marcado carácter simbólico y ceremonial.

El conjunto contiene la Cueva de los Candiles, así como el grupo de siete cuevas denominadas conjuntamente como Cueva Caballero. En esta reducida superficie se encuentra el mayor conjunto de grabados de triángulos púbicos conocidos y una enorme profusión de cazoletas y bajorrelieves. Este complejo troglodita en su conjunto presenta un marcado carácter ritual y ceremonial, configurándose como uno de los principales santuarios de montaña de los antiguos canarios.

La Cueva de los Candiles es una cueva artificial de planta rectangular que presenta sus paredes interiores cubiertas con figuraciones grabadas, mayoritariamente, de triángulos púbicos. Contiene 345 grabados de este tipo que llegan a tapizar sus paredes, siendo uno de los sitios arqueológicos que, a nivel mundial, alberga el mayor número de representaciones de este ideograma. 230 de los grabados se encuentran en la pared este, con diferencia la que ofrece más manifestaciones rupestres. Prácticamente toda la pared ha sido grabada, desde el techo hasta el suelo. La pared oeste contiene 80 grabados con dicho significado, y la pared norte, que conforma el fondo de la cueva, contiene 10 grabados asociados a tres hornacinas alineadas que se excavaron a media altura .

Además de las representaciones de triángulos púbicos, existen otros grabados asociados a estos, en concreto numerosas cúpulas de diferentes tamaños. Las paredes y techo de la cueva se encuentran ahumadas lo que indica el uso de luminarias de tea en su interior.

El complejo troglodita de Cuevas del Caballero o Cueva Caballero está conformado por un total de siete cuevas artificiales. Las cuevas están orientadas hacia el sur y hacia el interior de la Caldera de Tejeda. Tres de ellas presentan plantas irregulares, pero no así las restantes donde el trabajo interior de labrado ha permitido que techos, paredes y suelos presenten planos rectos sin apenas protuberancias. La totalidad de las cuevas contienen cazoletas o cúpulas excavadas en los suelos. Cuatro cuevas albergan además grabados en sus paredes, destacando los triángulos púbicos. Se localizan también cúpulas de diversos tamaños en las paredes interiores de todas las cuevas.

El almogarén de Risco Caído. Una síntesis de los valores del paisaje cultural

En la margen izquierda del curso bajo de Barranco Hondo, a unos 100 metros de altura con respecto al cauce, se encuentra el antiguo poblado troglodita de Risco Caído, que da su denominación al Paisaje Cultural de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria.

Y este aspecto no es banal ni casual. Risco Caído representa una síntesis perfecta de los valores naturales, humanos y sagrados que hemos estado describiendo hasta ahora.

El asentamiento está formado por un total de 21 cuevas excavadas en la toba volcánica situadas en lo alto de un escarpado acantilado que forma un saliente sobre la margen izquierda de Barranco Hondo, entre los barranquillos del Parral y el de Los Linderos. Este antiguo poblado se encuentra abandonado desde mediados del siglo XX.

Bajo el punto de vista natural, Risco Caído fue construido por los antiguos pobladores aprovechando un estrato de sedimentos que, millones de años atrás, formaban parte el fondo de un antiguo lago. Dichos sedimentos fueron a su vez cubiertos por los materiales de las violentas erupciones volcánicas que dieron origen a las brechas Roque Nublo, siendo éstas el área de Risco Caído especialmente ricas en aquellos restos paleontológicos vegetales que se entremezclaron con las nubes ardientes que arrasaron todo a su paso.

En el pasado prehispánico, la zona estuvo cubierta de un frondoso bosque húmedo de laurisilva, que pudo haber influido en el carácter sagrado del lugar. Estamos ante un paraje de connotaciones naturales muy significativas: la montaña, el bosque húmedo, la cueva, las fuentes de agua y, además, las improntas de fósiles vegetales.

Desde la perspectiva humana, no es bien conocido aún el momento de su construcción. Hasta ahora las investigaciones realizadas han permitido disponer de dos dataciones por C14, una de 1415-1450 d.n.e y otra de 1295-1370 d.n.e., pero los estudios científicos continúan. El poblado estuvo ocupado de manera ininterrumpida por la población grancanaria posterior a la Conquista hasta mediados del siglo XX, y a partir de ese momento fue cayendo en un progresivo olvido y abandono hasta su redescubrimiento en 1996.

Por los datos que hemos trabajado en fuentes de los siglos XVI al XIX, el nombre de Risco Caído comienza a aparecer a inicios del siglo XIX, lo que podría coincidir con la leyenda popular en la zona, de que el gran colapso se produjo hace varios siglos (posiblemente segunda mitad del siglo XVIII) y que sepultó a una familia que no se pudo rescatar (hay una zona de derrumbes con unas cruces por fuera).

Las fuentes históricas posteriores a la Conquista hacen pensar que estos espacios sagrados siguieron teniendo una cierta consideración especial por parte de la población llegada de Europa. Este es el caso de Francisco López, poseedor del cortijo de Tirma en los inicios del siglo XVIII. López descendía de Hernán Sánchez Ventidagua, de origen prehispánico y al que había comprado varias cuevas y almogarenes. A su muerte uno de sus almogarenes, situado por encima de la casa cueva del testador, pedía se entregase a su hermano, Alonso Hernández, con las condiciones de no poder enajenarlo, destruirlo o venderlo. A la muerte del beneficiado la propiedad de este recaería en María Téllez, sobrina de ambo.

No todas las cuevas de Risco Caído fueron viviendas, también se encuentran otras destinadas a guardar pasto y ganado y otras utilizadas como estanques. Pero llama la atención especialmente el conjunto formado por tres cuevas artificiales alineadas con sus entradas orientadas al naciente, situadas en el extremo norte del poblado. Estas cuevas se utilizaron como pajeros, al menos en la fase final de ocupación del asentamiento, y lo singular es que resultan ser las de mayor tamaño, es decir, las que precisaron por tanto de un mayor esfuerzo para su excavación, y las únicas, además, que apenas sufrieron alteración con respecto a su forma original.

Y así llegamos a la tercera y última componente del paisaje cultural. En el conjunto sobresalen por su importancia astronómica, ceremonial y simbólica las cuevas denominadas C6 y C7, situadas al norte del poblado, probablemente las más antiguas, y que acogen lo que fue uno de los más importantes santuarios de montaña de los antiguos canarios. Ambas presentan gran profusión de grabados púbicos, cazoletas y bajorrelieves. Los grabados fueron realizados mediante incisiones profundas para marcar los contornos de las figuras y seguidamente se procedió al rebaje mediante el picado de la superficie interior hasta lograr un motivo en bajorrelieve.

La cueva denominada C6, es un recinto excavado de planta circular, muy poco frecuente en la isla. Además, el trazado paraboloide de la cúpula, el patrón uniforme de medidas y proporciones, así como la manera de trabajar los materiales, denota una originalidad formal y génesis constructiva insólita en una cultura con recursos tecnológicos tan limitados.

Pero además de su especial arquitectura, lo más significativo es que esta cueva dispone de un ingenio óptico o canal de luz excavado que proyecta la luz del sol o la luna llena en una de las paredes de la cámara principal, donde se encuentran precisamente las manifestaciones rupestres en forma de cazoletas y triángulos púbicos y grabados en bajo relieve. Se trata de una manifestación única que muestra un lenguaje visual insólito para estas culturas, una hierofanía consistente en la proyección dinámica de la luz solar que penetra por la abertura, específicamente diseñada para tal fin, creando una sorprendente secuencia de imágenes que se proyectan sobre parte de los grabados. Se recrea de tal suerte un relato con imágenes visuales en movimiento que se repite desde tiempo inmemorial, cuyo discurso tendría funcionalidad simbólica y astronómica. De hecho, la cueva C6 constituye un marcador solsticial y equinoccial extremadamente complejo y singular en su concepción constructiva.

El recinto del santuario se complementa con la otra cámara excavada anexa (Cueva C7), en la que se despliega un complejo sistema de cazoletas labradas en el suelo que cubre prácticamente toda su superficie. En esta cueva se han documentado unos 70 grabados de triángulos púbicos. Todo ello refuerza el carácter sagrado del sitio y su funcionalidad para la celebración de rituales.

Uno de los elementos fundamentales de una sociedad es cómo ejercía esta el control del tiempo mediante la creación de un calendario. La sociedad aborigen de Gran Canaria no estuvo exenta de este proceso en el que los santuarios de alta montaña de la isla jugaron un papel sustancial.

La peculiar configuración arquitectónica de la cueva C6 y el importante esfuerzo que fue necesario para su elaboración; la existencia de los triángulos púbicos, indicativos del carácter sagrado de estos espacios y su vinculación a los cultos a la fecundidad; el uso intencionado de la luz, que en determinados momentos del año ilumina los grabados y que va moviéndose lentamente a medida que también lo hacen las posiciones del sol y de la luna en la bóveda celeste a lo largo del ciclo anual. Todo ello nos está hablando de un lugar de especial significación para sociedades cuya supervivencia dependía directa e indefectiblemente del éxito de las cosechas y de la salud del ganado.

Adorar a la fertilidad en las montañas que acercan al celaje sagrado, invocar y rogar porque el régimen de lluvias que fecundan sembrados y pastos sea el idóneo, y especialmente saber el momento del año más adecuado para la siembra, fueron sin duda alguna auténticas necesidades vitales para las sociedades tanto prehispánica como la surgida después de la Conquista de Gran Canaria. Las formas cambiaron; los paisajes cambiaron; las cuevas cambiaron; los dioses cambiaron. Pero la esencia era la misma, dando como resultado un paisaje cultural coherente en la diacronía y que se ha ido enriqueciendo a lo largo de los siglos con las nuevas formas de habitar el territorio que se han ido sucediendo hasta hoy en día.

Prueba de ello es el papel que han seguido teniendo los astros y algunos elementos singulares del territorio (el Roque Nublo, El Roque Bentayga, La Cruz de María,..), para el control de los ciclos estacionales, ligados a las actividades agrarias.

¿Quiénes somos?

La Unidad de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria se creó en 1992 con la misión de velar por la conservación y administración de los bienes culturales de la Isla. Una tarea que el Gobierno canario delegó en 1990 a las corporaciones insulares para cumplir más eficazmente con la gestión patrimonial.

Este Servicio de Cultura y Patrimonio Histórico, integrado en la Consejería de Cultura, desarrolla las competencias a través de sus diferentes secciones o departamentos especializados en gestión, inspección y vigilancia, difusión, conservación y restauración de bienes patrimoniales.

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