• Aprendí a pescar con mi tío y salía a pescar feliz. Con nueve años empecé a trabajar en el mar; mi primer sueldo fue “medio duro” (0,015 euros). Si me pagaban era perfecto pero si no me daba nada no me importaba, yo solo quería salir a la mar. Nunca me movió el dinero, sino el amor al mar..
  • “El mar te da 10 verdades y 20 mentiras”; cuando vienen las “verdades” guarda para los momentos de las “20 mentiras”.
  • Yo misma vendía lo que pescaba cada día. Al terminar la pesca, empapada y sin zapatos, ponía el pescado en una cesta y caminaba hasta la parada de guaguas que me llevaba a Telde, donde lo vendía todo. Lo que ganaba se lo daba a mi abuela y ella se encargaba de que no faltara de nada en casa.
  • Mi gran sueño era tener un barco propio… y se hizo realidad porque me gané los ciegos. Compré mi barco y el dinero que me sobró lo repartí con gente necesitada.
  • Yo cojo un pescado en las manos y solamente mirándolo sé en qué zona de las aguas de Gran Canaria se pescó.
  • Mi barco, que era de 1936, lo compré a una señora que había alimentado a sus nueve hijos gracias a él. Yo lo renové todo y prometí a su anterior dueña que no le cambiaría el nombre. Pino se llamaba y Pino se llamó hasta que lo desguacé.
  • He dado talleres sobre pesca a escolares y me encanta. Una vez un chiquillo, cuando terminé de dar mi parte del taller se me acercó y me dijo: “mi madre me dio dos euros para que comprara algo que me gustara y como me ha gustado tu clase te los doy a ti”. Por supuesto no los cogí, pero me hizo más feliz que si me hubieran dado un millón de euros.