Claras:

Gran Canaria cuenta con alrededor de 13.000 Has de bosques de pino, cuya especie principal es el pino canario. La mitad de estos pinares procede de repoblación artificial. Dado que a lo largo de la vida de un bosque van desapareciendo individuos por la competencia con los más vigorosos, la gestión forestal se sirve de la silvicultura, que engloba una serie de técnicas tendentes a regular la competencia entre los árboles y mantener así las masas sanas. Si bien a la hora de establecer una repoblación, los pinos se plantan a una distancia media de 3-4 metros entre sí, cuando el pinar es adulto (>100 años) tan solo queda un ejemplar cada 8-12 metros. A lo largo de la juventud se habrán elegido los árboles más vigorosos (árboles de porvenir) y los tratamientos selvícolas irán regulando la competencia, garantizando que las copas de los árboles dominantes estén libres de la sombra de sus vecinos. La reducción progresiva de individuos persigue controlar asimismo la densidad, para evitar que se acumule mucha materia vegetal, que puede generar estructuras peligrosas que propicien la progresión del fuego, así como destruir posibles focos de multiplicación de insectos patógenos.

Palmeras:

Desde hace años se vienen realizando en los palmerales Gran Canarios actuaciones silvícolas encaminadas a salvaguardar estos ecosistemas tan característicos en la isla, y en general, en Canarias.

En la actualidad, los palmerales se encuentran en un estado regresivo, o formando parte, la mayoría de las veces, de caseríos, pueblos o zonas de cultivo y relegados a cauces de barranco o zonas donde la humedad edáfica permite su mantenimiento. En todas las zonas de estudio, además de Phoenix canariensis Chabaud (palmera canaria), se pueden observar ejemplares de Phoenix dactylifera L (palmera datilera) o híbridos de ambas especies.

Los evidentes resultados en el control del Picudo rojo en Gran Canaria, animan a implementar esfuerzos en relación a otros patógenos introducidos, caso de Diocalandra frumenti en 1998, un pequeño y voraz picudo que se expande desde entonces por la isla. O enfermedades, como Thielaviopsis, hongo letal responsable de la podredumbre interna y posterior caída de palmeras. La adopción de planes de actuación fitosanitaria, así como la perseverancia en las buenas prácticas culturales con palmáceas, deben constituir ejes principales de la acción interinstitucional.

Hasta el momento las actuaciones realizadas por el Servicio de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria se han basado en la poda y limpieza de terrenos donde se sitúan los palmerales, y se pretende que los tratamientos sigan centrándose en tales actividades, aunque disminuyendo el volumen de podas ejecutados en años anteriores para prevenir la afección de posibles daños ante posibles enfermedades y/o plagas.

Además, en febrero de 2015, se presentó el PLAN DE GESTIÓN DE PALMERALES SILVESTRES Y PALMERAS SINGULARES que contiene una serie de acciones para conservar la palmera canaria implicando a las administraciones públicas y sectores sociales y económicos.

La comisión técnica creada al efecto realizó un informe que servirá como documento base para el desarrollo de acciones en favor de los palmerales de Gran Canaria.

REGENERACIÓN NATURAL Y TRANSFORMACIÓN DE MONTE:

Tras siglos de pérdida de superficie arbolada, la vegetación forestal se recupera de forma espontánea, proceso acelerado por el abandono agrícola y ganadero de laderas y fondos de barranco en los últimos decenios.

Si bien el paisaje insular estaba dominado a principios del siglo XX por extensos pastizales, actualmente son los matorrales los que predominan. Retamares, cañaverales y zarzales cubren extensas superficies, donde de forma espontánea empiezan a aparecer bosquetes de las formaciones originales, principalmente Monteverde y Termófilo. El Pinar también se encuentra en franca expansión, allí donde el ganado salvaje no se come los jóvenes retoños.

Ante esta alentadora perspectiva, desde el Servicio de Medio Ambiente se están implementando medidas para acelerar estos procesos de autor regeneración del bosque. No solo por cuestiones ambientales, sino por motivos de Seguridad Ciudadana, es imprescindible transformar en bosque gran parte de nuestros matorrales, realizando desbroces y aclarados que generen espacios para las especies arbóreas, que generan un paisaje más seguro y multiplican los beneficios ambientales del territorio.

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